Santificación, su importancia


Santificar: significa básicamente hacer santo, consagrar, separar del mundo y apartarse del pecado para tener una intima comunión con Dios y servirle con gozo. 




Es aquella operación bondadosa y continua del Espíritu Santo, mediante la cual Él, al pecador justificado lo liberta de la corrupción del pecado, renueva toda su naturaleza a la imagen de Dios y lo capacita para hacer buenas obras. 

Quiero hacer una pequeña parada en la palabra JUSTIFICADO.
La Justificación: es el acto de la gracia libre de Dios por medio de la cual El perdona nuestros pecados y nos acepta en calidad de justos ante su presencia, solo en virtud de la Justicia de Cristo (hechos 4:12), imputada o atribuida a nosotros y recibida únicamente por fe (efesios 2:8-9). 



Inmediatamente confesamos a Cristo con nuestra boca, somos justificados, es decir, El borra nuestros pecados y nos acepta como justos delante de su presencia. Ahora bien, luego de la Justificación inicia el proceso de Santificación que es la obra sobrenatural de Dios (1ra de tesalonicense 5:23), mediante la cual nos despojamos del viejo hombre e iniciamos una vida santa, es decir, apartada para Dios.
La santificación no implica una absoluta perfección, sino una rectitud de carácter Moral, demostrado en la pureza, la obediencia y la conducta intachable.

Por medio del Espíritu Santo, somos capaces de no pecar, pero nunca llegamos a estar libres de las tentaciones. (1ra de Juan 2:1, 3:6).


   La Santificación comprende dos partes:


a) La mortificación del viejo hombre o sea el cuerpo del pecado (Romanos 6.6, Gálatas 5.24.). El viejo hombre es la naturaleza humana hasta donde está controlado por el pecado. Este primer aspecto de la santificación implica el despojarse de manera gradual, o sea poco a poco, según el Espíritu Santo valla trabajando en el corazón y en la conciencia del pecador justificado de todo lo que hace que el cuerpo sea corruptible, es decir, hay que ir dejando todo lo que es del mundo para empezar a vivir una vida santa y apartada para Dios.


b) La vivificación de la nueva persona creada según Cristo para buenas obras. La palabra enseña que no somos justificados por obras, sino por la fe en Cristo. Ahora bien, una vez que el Espíritu Santo inicia en el creyente la santificación, este proceso de apartarse del mundo y vivir para Cristo, comprende que el creyente haga buenas obras, dando frutos dignos de arrepentimiento. La palabra nos manda a ¨dar por gracia lo que por gracia hemos recibido¨. También debemos saber que aunque no hemos de ser salvos por obras, una vez somos justificados y santificados y profesamos la fe en Cristo, esta debe ir acompañada de buenas obras porque ¨la fe sin obras es muerta¨.

La santificación afecta a la persona total, cuerpo, alma, espíritu, la santificación tiene lugar en la vida interna de la persona, en el corazón, y este no puede sufrir cambios sin que se cambie toda la persona. 
Si la persona interior queda cambiada, hay obligación de cambiar también la periferia de la vida.
La transformación que se sufre en el corazón (la santificación se produce de adentro hacia afuera) debe ser manifiesta en toda la persona humana: cuerpo, alma y espíritu. Esto implica que el cambio interior debe abarcar una purificación total del cuerpo que será mostrada en una vestimenta santa, de modo que el que no está en la capacidad de examinar nuestro corazón pueda fácilmente diferenciar al creyente del no creyente. Constantemente hay preocupación por la presentación personal cuando se va en busca de un empleo o algo así, ahora, cuanto más el representante de Dios debe andar en santidad que se refleje por fuera lo que hay adentro.


La santificación es obra de Dios con la cooperación de los creyentes, es decir, Dios hace la obra por la instrumentalidad del creyente como un ser racional al que requiere de él, la asidua oración y cooperación inteligente con el Espíritu Santo. Esto significa que el Espíritu Santo actúa en el creyente para santificarlo y regenerarlo, pero hay una parte que se llama DISPOSICIÓN que el creyente debe aportar, es decir, Dios esta dispuesto a cambiar nuestras vidas, pero tiene que haber en nosotros la disposición de que Dios obre en nuestras vidas para que el sea el alfarero y nosotros la vasija para que el haga de nosotros como bien le plazca.

Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espiritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1 TESALONICENSES 5: 23


instrumentalidad
f. sociol. Según la sociología funcionalista, propiedad de la acción social, por la cual esta se orienta hacia una meta, oes un medio para alcanzarla.